Subir la tarifa de traducción es un momento tan esperado como temido: “esperado” porque por fin decides aumentar el precio de tus servicios y eso se traducirá en una mejora de tu calidad de vida, en mayor o menor medida, y “temido” porque siempre existe el miedo a que el cliente deje de contar contigo (decisión que suele adoptar la forma de un sutil “Ten en cuenta que puede que entonces recibas menos encargos…”).
Por eso, es fundamental reflexionar sobre cuándo es el mejor momento para tomar esta decisión. Muchos traductores adoptan una estrategia errónea: aumentar la tarifa cuando necesitan más ingresos. Para mí, esto es contraproducente no solo porque, como decíamos, pueden dejar de enviarte trabajo, sino porque a menudo la forma de comunicar esta decisión transmite cierta debilidad o incluso desesperación (si se alude temas personales, por ejemplo), lo que predispone al cliente a negociar a la baja o, sencillamente, a no aceptar.
Por eso, en mi opinión, hay que subir las tarifas cuando te encuentras en un buen momento laboral, con “la barriga llena”, cuando “te puedes permitir arriesgarte a perderle”. Lo sé, nunca es un buen momento para perder un cliente, pero subir la tarifa con el miedo en el cuerpo no es mejor opción. Conozco bastantes casos de traductores que han decidido subir la tarifa a su cliente asumiendo que lo iban a perder y, para su sorpresa, ha accedido. La seguridad se nota. A veces parece que “olieran” si detrás de la subida se esconde el paso firme y la reafirmación de la valía o la debilidad y el miedo. Al fin y al cabo, no hay dos traductores iguales, ni en calidad ni en trato, y, a menudo, el cliente aceptará la nueva tarifa a cambio de seguir contando con nosotros y no tener que buscar/formar/preparar a otro traductor.
¿Por qué subir la tarifa? ¿A qué clientes sí y a cuáles no?
Hay dos motivos principales para subir la tarifa, uno depende del tipo de cliente y otro no:
- Tus gastos aumentan (la cuota de autónomos, los seguros, la luz, la gasolina, el transporte…), necesitas equilibrar tus ingresos y consideras que tus servicios lo merecen. En este caso, será una subida generalizada y no dependerá del cliente.
- Quieres hacer “criba”: a veces, aumentar la tarifa es la criba ideal para esos clientes que se caracterizan por enviarte marrones y “colar” tareas no pagadas (rondas de cambio extra, horas en Slack, mucho tiempo respondiendo a dudas, etc.). Es cierto que toda traducción viene acompañada de un trabajo adicional que no es meramente traducir (documentación, uso y aprendizaje de herramientas, redacción de queries…), pero no me refiero a esas tareas… En estos casos, puedes aceptar de buen grado, si se trata de algo excepcional y el cliente se porta bien en el resto de aspectos, o plantearte si merece le pena seguir así; si no encuentras pros suficientes que equilibren la balanza, quizá es hora de subirle la tarifa. Curiosamente, estos clientes son a los que menos les temblará la mano al prescindir de ti, lo cual no hará más que reafirmar que, efectivamente, ha sido la decisión adecuada. Si tomas esta decisión en un buen momento laboral para ti, habrás hecho una criba muy productiva: te habrás quitado de en medio a un cliente que no te trata como mereces y habrás dejado hueco a que vengan otros de mayor calidad (y, además, habrás aprendido en el proceso).
Lo que podemos aprender de los servicios de carsharing y sus tarifas
Todos los servicios suben de precio una vez se han labrado tu confianza, mejoran su calidad o, sencillamente, la mantienen en el tiempo y por encima de la de otros. Sin ir más lejos, las dos compañías de préstamo de vehículos eléctricos que yo utilizo, Emov y Zity, han subido las tarifas varias veces en los últimos meses y eso no ha hecho que yo deje de utilizarlos, porque creo que el servicio que ofrecen lo merece (hasta unos límites razonables, claro). Curiosamente, que una de las dos empresas aumente los precios no hace que la otra congele los suyos para competir a la baja, sino que ambos los suben más o menos a la vez porque consideran que “se lo merecen”: siguen ofreciendo mejoras (ampliación de zonas, prestaciones nuevas, calidad (coches en buen estado, cero problemas, buena atención al cliente), cuidado de su clientela (lanzamiento de promociones, packs, cheques regalo…), etc. Los traductores deberíamos aplicar el mismo criterio. Nosotros también tenemos motivos de peso para subir nuestras tarifas:
- Estamos en constante formación (invertimos en cursos, másteres, conferencias, congresos).
- Ofrecemos (cada vez mejor) calidad, demostrada a lo largo de los años y atestiguada por el propio cliente.
- Ofrecemos un buen trato (respuestas rápidas, buena disposición, educación).
- Invertimos en nuestra profesión (desde elementos para nuestra ergonomía y bienestar hasta herramientas TAO.
- Nuestros gastos aumentan continuamente.
Cuándo no subir más la tarifa
Subir las tarifas es un hito en la vida profesional de un traductor y pocos pueden presumir de subirlas, digamos, cada año. Al menos, los casos que yo conozco, suben un céntimo o dos por palabra a lo largo de su carrera, hasta que consiguen los precios que consideran justos para la labor que desempeñan. Personalmente, no creo que haga falta “jugársela” sin necesidad subiendo los precios “demasiado”. El objetivo debe ser cobrar lo que crees que mereces. Mientras tanto, que comiencen los Juegos del Hambre: prescindir de los clientes que menos te compensan (o más disgustos te dan) y buscar a buenos sustitutos en términos no solo económicos, sino de trato, puntualidad, amabilidad y transparencia.
¡Gracias, José Antonio! Me alegro de que te sea de ayuda 🙂
Gracias por tus artículos, pero muy en especial por este. Mi actual momento profesional me lleva a plantearme cambios, y tu entrada de hoy en el blog me viene como anillo al dedo.